La Tertulia Flamenca El Pozo de las Penas de Los Palacios (Sevilla) acogió el viernes 27 de mayo la clausura de la I Primavera Cultural con la presentación del libro De la noche a la mañana, medio siglo en la voz de los flamencos, del periodista, poeta, guionista, escritor y flamencólogo José María Velázquez-Gaztelu. Cerró la noche Romerito de Jerez con una actuación memorable y el acompañamiento a la guitarra de su hijo Romero Pantoja.
El acto fue presentado por Manuel Curao, que repasó la trayectoria de su admirado amigo José María destacando su encomiable labor periodística en pos del flamenco por su contribución en la serie Rito y Geografía del Cante, los cuarenta años de su programa de radio y su vinculación con los festivales de Jerez o Nimes.
Velázquez-Gaztelu presentó su libro como << un canto coral armónico que pone de acuerdo a las voces afinándolas en la esencialidad del arte >>. No posee un afán enciclopédico. Es solo una selección significativa que recoge entrevistas, artículos y poemas desde 1972 a 2019. Sin alterar el mensaje que los artistas quisieron transmitir, recurre en las transcripciones a fórmulas o recursos adecuados para traducir insinuaciones, miradas, silencios y risas que recibió como confidente sin prejuicios, con solidaridad, respeto y estima. Su obra no es más que un relato de la memoria del flamenco de ese período. Recordó su bautizo como entrevistador en una pieza periodística que nunca vio la luz. Se trataba de unas conversaciones con Pastora Pavón, La Niña de los Peines. Y perfiló la importancia de sus vivencias en las fiestas, reuniones íntimas y familiares que duraban de la noche a la mañana y que le han servido como inspiración para el título del libro. Mostró su gratitud por la entrañable presentación de Manuel Curao y dedicó un cariñoso reconocimiento a Manuel Herrera a quien está dedicada la I Primavera Cultural del municipio. Enrique Duque, presidente de la Tertulia le impuso la insignia del primer Cabal del Flamenco, distinción que inaugura el escritor y que recibió con orgullo incluso por encima de otras consideraciones y honores de los que ya dispone. Mari Carmen Herrera, hija del agasajado de la Primavera Cultural entregó un ramo de flores a Nieves, esposa de José María.
Curao esbozó someramente la vida artística de Romerito, contó algunas anécdotas y ofreció datos que justificaron el momento como un acontecimiento histórico.
Romerito es el único cantaor vivo del mítico Canta Jerez. Que la Tertulia Flamenca El Pozo de Las Penas de Los Palacios lo traiga a su peña les honra. Es de justicia acordarse de la leyenda. Más aún si cabe cuando a sus 90 años es capaz de cantar como lo hizo. Podría estar en 15 festivales este verano. A ver si toman ejemplo de lo que han hecho los palaciegos y los aficionaos pueden saborear la miel de la veteranía. El flamenco es mucho más que los cuatro o cinco repetidos de siempre. No hay nada más revolucionario, transgresor, vanguardista… que volver a la raíz. Y esa fue su propuesta con el cante, levantando de la silla a los presentes en cada intervención.
A pesar de que dijo que venía << bajito cuerpo >> porque la COVID lo había dejao listo, arrancó por soleá y la peña quedó en silencio. Voz gorda y clara que incluso pedía a la cejilla acortar el mástil de la guitarra. Alcalá, La Andonda, El Mellizo y remates apretaos y valientes abrocharon un cante soberbio propio de un maestro. Quebrado donde duele, lastimera la queja. Apoyado en las cuerdas de una guitarra sencilla y flamenca, siguió por tientos tangos con poderío. Potencia para revolcar a cualquier chavalón de veinte años, finura para desgranar un repertorio clásico que quizás por desuso suena nuevo. Terminó de romperse por bulerías donde caracoleó y pegó tres embestidas que le hicieron recortar con inteligencia. No solo fue una actuación digna, sino reveladora, sorprendente y jonda. Lo entregó todo. Y cuando se trata de un artista de esta talla, todo es demasiado, como desvelaron las lágrimas de emoción y el aplauso incesante. De postre unos fandangazos para los que se hizo acompañar de Juan El Distinguido e Itoli de Los Palacios, haciendo gala de la elegancia de su remoquete el primero y acordándose de Porrinas de Badajoz el segundo. La guinda le tocó a Romerito que halagó con su letra la compañía canora.
De poco servirán los lamentos cuando después de algún siglo se nos vaya este cantaor enorme si en vida no se le reconoce lo que es suyo. Se llevará consigo un tesoro que regala donde lo llaman. Escuchen a Romerito. Vamos a darle su sitio.
Firma: Kiko Valle. Fotos: María Navarro