Sevilla aún tiene algunas figuras del baile. La mala memoria o el mercadeo de moda en el flamenco ponen arriba a quien debe sentarse en un escalón para admirar los brazos, la rabia y el gesto de una bailaora de categoría. Una buena persona en cuya humildad y campechanía radica parte de su genio. Porque cuando se puede comer una berza de su olla, te hace un puchero o le regala su baile y compañía al más pintao, se confunde la bondad con la grandeza de una artista de primer orden. Porque hablar con ella de tú a tú parece que la achica aunque ocurre precisamente lo contrario. Antes que artista, persona. Un corazón que se desborda. Esa es Carmen Ledesma.
En Torres Macarena lo saben. Porque esta es su casa. Las paredes están llenas de fotografías y azulejos de grandes del flamenco. Y también se merecía que se inmortalizara su cara gitana en la cerámica. Así lo pensó Jerónimo Momi y el resto de la peña asintió sin dudarlo. No podía ser en otro sitio. Allí, en la chimenea, al calor del recuerdo de su padre jugando al dominó, donde acuna en su regazo a sus nietas con flamenco de fondo, desde donde jalea al que esté en el escenario y le pellizque, desde donde se arranca porque el cuerpo le pide baile para subir a las tablas con la espontaneidad de una artista de verdad, no ya por vocación, sino porque no podría ser otra cosa. Eso no se estudia. Se es o no se es. Carmen tiene las cinco pesetas del duro. Y ahora su rinconcito. Que ya era suyo. Pero es de justicia que quede patente el reconocimiento en vida como ella agradeció a Jerónimo emocionada, a la peña y deshaciéndose luego en halagos a Pepe Contreras por haberse metido dentro de ella pintándola así de hermosa. Como es.
Un pequeño mantón cubría la obra. Se descubrió el azulejo de una bailaora con mayúsculas. Carmen parecía una niña en la noche de reyes cogiendo caramelos. Sus regalos eran los abrazos de su gente que abarrotó el rinconcito arropándola en este homenaje. No quería olvidarse de ninguno. Se respiraba el amor y la admiración que le profesan. No es más que lo que ha sembrado como persona y artista. Sus ojos brillaban como luceros. Se lo merece. Te lo mereces Carmen.
Qué palabras más bonitas para una artista como Carmen Ledesma. No hay ni habrá, bailaora, artista y maestra, igual en la tierra. Su pasión, su humildad, su baile… hacen que sea ÚNICA. Los grandes teatros, se le quedan pequeño por su, como bien dice quien haya escrito esto, “tú a tú”. Torres Macarena, Peña que Carmen lleva por bandera por el mundo, gracias por este precioso reconocimiento a la más grande del baile.
Así es. Carmen es muy grande.
Abrazos
Una maestra como Carmen se merece todos los rinconcitos posibles 😍😍😍
Rincones y espacios completos.
Saludos.
Gracias por la mención y por cubrir y narrar este pequeño homenaje a una grandísima artista, Carmen Ledesma. Las fotos y la crónica son geniales. Como siempre!!!
Gracias amigo. Hay que promocionar más allá de las modas y los cuatro artistas mediáticos.
Abrazos.
Te lo mereces Carmen
Mucho. Eso y más.
Saludos.