José Valencia ha demostrado en Nebrissensis que con un trabajo concienzudo, asesorado en la idea original por José María Maestre, delegando la tarea de dirección a profesionales de incuestionable prestigio como José Luis Castro y rodeándose de músicos dotados, un espectáculo basado en un discurso narrativo culto casa a la perfección en el marco de La Bienal sin recurrir a extravagancias vacías de contenido. Aquí sí hubo flamenco. Porque incluso alejándose de un recital al uso, Joselito no anduvo por las ramas. Hasta en aquellos cantes que hizo en latín se ajustó a la cuadratura en un esfuerzo notorio por que la nana sonara dulce y jonda la petenera.
La obra es un homenaje a Elio Antonio de Nebrija, creador de la primera gramática de la lengua castellana, cuyo quinto centenario de su muerte viene celebrándose durante este año. Eso y un sentido tributo a sus raíces adoptivas en Lebrija. José nació en Barcelona, pero es lebrijano. Así lo lleva por bandera. Los flamencos nacen donde les da la gana.
Con algunos textos de Elio Antonio y otros poemas compuestos por Casto Márquez, hilvanó un repertorio de absoluta limpieza y exquisitez expositiva. La escenografía sencilla, escueta, apropiada, bella… La fue descubriendo con un farol. <<Salve pequeña casa>>. Unos pocos baúles hicieron de asiento para José y los músicos. En una esquina un atril con el título de la obra, libros, una pluma con la que escribir. Todo dispuesto para crear un ambiente de intimidad reveladora en el que el público hizo de confidente.
Si bien el Patio de la Monteria de los Reales Alcázares es un espacio hermoso, no resultó ser el idóneo para una obra de esta calidad, que hubiera encajado a la perfección en el Lope de Vega para su mayor lucimiento. Pero la incompetencia de la dirección de La Bienal en cuanto a las previsiones de la terminación de las obras, han relegado y regalado el reestreno en esta edición de la bombonera sevillana a la actuación del controvertido y exflamenco Niño de Elche. Aunque Nebrissensis no estuvo programada en el Lope. Craso error. Además, casi se solapa con el recital de Antonio Reyes el mismo día y poco antes, obligando cruelmente a la afición a elegir. De esto no tiene culpa alguna Valencia, siendo un damnificado más de La Bienal de Blanco. Aun así, el aforo estaba completo.
José fue alternando la faceta actoral de los recitados con el cante desde una templanza inusitada en él que supuso el regocijo del respetable por la intensidad emocional y el gusto que le imprimió a los medios tonos. Abordó estilos como la nana en el recuerdo de su madre, cantiñas, seguiriya y debla, petenera, tangos o esos propios de la campiña, romanceaos, lentos y al golpe, donde estuvo exultante dialogando solo con la extraordinaria percusión de Manu Masaedo. Uno de los mejores momentos de la noche. Además de otros que ofrecieron las magníficas guitarras de Juan Requena y sobre todo la de Pedro María Peña, que se cobijó en el olor a libro viejo, otorgándole a su toque un aire melancólico, profundo, como de ritual… gracias a composiciones melódicas de ensueño y una pulsación emotiva que arrancaron los aplausos incontenidos durante el transcurso de la actuación.
Nebrissensis es uno de los mejores espectáculos presenciados en esta Bienal. Cuidado al detalle, bien dirigido, bien cantado, bien tocado. Y sin prostituir el flamenco. No le ha hecho falta la transgresión provocadora de otras propuestas para destacar. Con rigor y con arte, se antoja como una obra novedosa, redonda y completa que apoyada en un discurso coherente y sofisticado, se arma de valentía consiguiendo la estima y consideración que se merece el trabajo bien realizado.
Fotos: Claudia Ruiz. XXII Bienal de Flamenco de Sevilla.
No podia ser de otra manera .El nombre ya lo dice , José valencia . Él nunca prostituiría al Flamenco , tiene mucha leña para cortar sin necesidad de prostituir a su Flamenco del que tanto sabe y tanto puede …. Oleeeeee de verdad !!! . Gracias Kiko por tanta verdad .
Así es, Vicente. Era hora de ver una obra digna de La Bienal.
Abrazos flamencos y gracias.
O-le.
Y ojalá hubiese podido verlo.
Te hubiera gustado.
Abrazos!
Desde Concepcion÷Chile.
Mi admiracion,cariño y,feliz de haberle conocido.su cante en cuanto lo escuché por el 1994,ya quemaba,con los años mejoro mejoró,ole y olé al Joselito de Lebrija que conoci y hoy José Valencia.un abrazo.amaya.
José Valencia es sin duda el estandarte del cante con sello lebrijano de nuestros días.
Un lujazo.
Gracias por comentar.
Para respetar lo nuestro, los que dicen entender de flamenco, le tienen que dejar su sitio, y a su vez tiene que Nakerar y Chanelar de lo que organiza, José Valencia se merece un respeto en la Bienal, sin embargo, la organización de este evento a carecido de tacto y de respeto al Artista, sin saber que actuación es la más adecuada para cada espacio…, Si le doy sincero al niño de Elche, lo hubiese dejado para la Feria de Sevilla y lo hubiese puesto en la calle del Infierno ( perdón a los feriantes de la Calle del Infierno)…
Coincidimos.
A José Valencia le deberían haber dado el Lope de Vega para esta obra y al Niño de Elche haberlo dejado en alguna delegación de sanitarios Roca. Poco tacto y una organización deficiente. Ni se programan dos de cante seguidos con solo una hora de diferencia (antes actuaba Antonio reyes en otros espacio), ni se relega a escenarios inapropiados a nadie. O se pasan o no llegan. Esta Bienal, por muchas cuestiones, pasará a la historia como una de las peores.
Saludos flamencos.