Todavía me duelen las carnes de los pellizcos de esta gitana. El cuerpo magullaíto, el corazón lleno bocaos. Hay bailaoras por castigo. Otras se ganan a pulso el nombre. Y no figuran en los carteles descafeinaos. Se repiten los elencos para públicos con doctrina. Pero en la Peña Flamenca Torres Macarena cultivan el paladar. Se trajeron a La Repompilla pa crujirnos los huesos y apuntillar el entarimao. Lió lo más grande elevando la categoría del baile al súmmum del placer. Nos retorció las entrañas emborrachándonos de arte con ca una de sus patás. Fue un arañón moreno que astilló los maderos de esta bendita casa y dejó dibujaos en el aire los mandamientos del baile gitano. La Repompilla dijo aquí estoy y nos dio fuerte el zamarreón de una bailaora de verdá.
Paco Iglesias a la guitarra le aseguró un acompañamiento certero. Y Miguel Lavi y David El Galli hicieron piñonate con sus gargantas rajás. Se llevaron mutuamente en volandas haciendo del baile su destino y ella del cante la inspiración. Se fundieron en el trance de la incorporeidad. Se olvidaron de la escena. Convirtieron la noche en el solsticio del age, donde el duende vino a quedarse domando el tiempo a su voluntad.
Aquí es cuando este crítico se abandonó a la deriva recibiendo las puñalás. Rompí la pluma estrujándome las manos y la tinta que otras veces derramo desmenuzando el flamenco como un cirujano, corrió venas arriba para acelerarme el pulso al compás de un zapateao de vértigo y las embestidas raciales de una mujer de bandera que me vino a desbaratar.
Se hizo el cante por malagueñas, abriendo Lavi con la de Manuel Torre. Meció su gañote a empujones suavitos. El Galli le hincó las uñas a cada tercio y se abandolaron con gusto. Luego se rifaron la soleá y cantaron a dúo un fandango engarzao en la amalgama. Soberbios los cantaores, contagiados del empaque rabioso del baile con elegancia y majestuosidad.
La Repompilla fue desmigajándose el alma desde que salió del camerino. Y antes de subir a las tablas pegó tres braceos que fueron el augurio de un repertorio arrebatador. Primero soleá con bulería y, tras el descanso, por taranto con tangos. Bailó pa reventá. Supo pararse en el lamento, paseó su soledad, jincó definiendo con firmeza los tacones, se arremangaba el vestío endiñándose apretones en esas caderas contumaces que movía como en un primitivo ceremonial. La Repompilla bailó pa comérsela. Lo hizo con todo el cuerpo, preñá de gitanería, jugando con la mirá, clavando puyazos con cada desplante, doblegando los silencios y echando a las postrimerías del olvido las coreografías academicistas, plena de desparpajo, arrojo, sabia naturaleza y espontaneidad. Henchida de la sensualidad femenina que pocas domeñan con flamencura, solemne y pura en la soleá, recia por tarantos y de caramelos canasteros en los tangos que remataban el recital.
Presentó un braceo sin imposturas. Potencia y rajo. Desplantes por racimos, llamadas precisas y acompasás. Si bailó bien con el cuerpo, mejor aún con la cara y su forma de mirar. Lanzó clavitos con sus ojos. El pelo alborotao y su planta enarbolando el baile por derecho, subyugando la técnica al arte. La Repompilla bailó pa rabiá. Se quedó un ratito en el primer escalón antes de despedirse taconeando con gallardía y llenando la peña desde una maderitá de ná.
Para broche un fin de fiesta por bulerías arropada por la guitarra de Antonio Santiago ‘Ñoño’, las bailaoras Inés Rubio y Carmen Moreno y los bailaores Miguel Vargas, Jairo Barrull y El Pelón. Noche memorable. El baile de La Repompilla fue un descubrimiento para la afición sevillana. Tronó una ovación eterna con la peña en pie diciéndole hasta luego a una reina gitana del baile que ya se espera de nuevo para volverla a gozar.
Mare mía…
No sé si me puedo alegrar por ti, por el público y por los artistas, viendo lo que me he perdío…
Qué arte más sentío transmitiendo lo que no se puede transmitir sino sólo presenciar…
Últimamente te pierdes muchos momentos. No te escondas tanto jeje
Kiko leyendo tu reseña nos transportas de lleno en el mágico mundo del flamenco. Gracias por tu sensibilidad y conocimiento para para transmitirnos la gran importancia de nuestro gran tesoro.El FLamenco. Que Dios te bendiga. Un abrazo.
Muchísimas gracias, familia linda
«Homeeeeee por favó» , que alegría de leer estas crónicas/críticas de ARTE tuyas Kiko Valle . Si el espectáculo ha sido GRANDE , que me consta que lo ha sido , tu lo terminas de completar y culminar con esta narración tan «viva» y sincera a la vez con la elegancia y conocimientos que acostumbras . Los que estamos más limitados para desplazarnos por circunstancias adversas de salud temporal , no tenemos más que agradecerte encarecidamente tu gran labor y el bién que nos haces . Imagínate «querer y no poder estar». Millón de gracias y un abrazo muy grande ,.
Hasta la próxima M A E S T R O ! ! !
Estimados, me permito el lujo de dejar negro sobre blanco, que deberían en esa tan laureada casa , pagar los seguros sociales de todos esos artista que tan acertadamente programan. Me duele y repulsa que cualquier voz entone consignas artísticas sin constatar este hecho tan revelador ñ. ¿Donde queda la dignidad de los Flamencos? Vergüenza debería darles proclamarse defensores de lo Jondo explotando a sus herederos y defensores.
Fernando López de Haro