Un tío de dos metros con buena planta abrió por toná detrás de una silla. Se descubrió en la debla trianera de Tomás Pavón. Comenzó el espectáculo. Despegó sus labios y ya me tenía amarrao a la silla curioseando con los oídos. La Peña Flamenca Torres Macarena volvió a recibir a Pedro Montoya Junquera El Chanquita. Dio un recital de ortodoxia flamenca con la frescura de un chaval de diecinueve años que no se parece a nadie pero picotea de todos los grandes. A las palmas Israel López y Ángel Peña. La guitarra de Rubén Martínez merece capítulo aparte.
Siguió Pedro por tientos tangos. El temple continuó revelando el vozarrón que lo recorre. Tiene metales jondos emparentaos con el sabor jerezano que le dio el bautismo. Pero no se limita a la tierra del vino aunque en la bulería larga pa escuchá era de justicia pararse en Jerez. Como también lo hizo por seguiriyas con la de Joaquín Lacherna o el remate precioso por cabales de El Sernita. Cerró así la primera parte mostrando sus credenciales. Valiente y apretao por toná y seguiriya, acompasao y melódico en los tientos y la bulería por soleá.
Tuvo mérito en su pelea. Porque la guitarra de Rubén se empeñó en deslucirle el recital. A pesar de tener cualidades técnicas suficientes y gusto en las falsetas, en las que se perdía con mucha sensibilidad como si estuviera tocando solo, se olvidó en ocasiones del compás. Sus rasgeos fueron toscos y poco definidos. La pulsación carente de potencia. Hubo momentos en los que el cante de Pedro pedía más guitarra en las respuestas. Rubén estuvo poco acertado o ni estuvo. El Chanquita merece otro nivel en la sonanta para llevarlo en volandas sin ahogar su potencial. Rubén no lo supo arropar.
Sin embargo, Martínez volvió del descanso con el salero de Cádiz por alegrías enmendando el desaguisao. Pedro lo hizo con age, recortando lo justo y acordándose de Utrera en las cantiñas bien ejecutás. La primera malagueña sonó a granaína y en la segunda se lució con recursos sin destacar sobremanera. Pero la tanda de fandangos fue un quiero y no puedo en el que El Chanquita lo daba todo y Rubén se lo quitó con un acompañamiento lento, desordenado y perdido.
Si bien durante la actuación Pedro lo hizo de libro, llegó el broche por bulerías y se le vio el plumero del desparpajo, la soltura y la gitanería. Fue un homenaje a El Torta. Bordó el colofón con un cante espontáneo, mamao, con el soniquete jerezano por bandera. Una pataíta para terminar y el público en pie aplaudiendo una esperanza del cante.
Pedro tiene una voz potente, limpia, natural. No imposta ni busca imitaciones. Hace cositas suyas. Resuelve el misterio en su garganta y lo mece al antojo del que sabe. Se le nota la afición y el trabajo. Posee unos buenos bajos que le permiten cantar con demasiada comodidad, sin arriesgar mucho. Lo necesario para que se vea que tiene el mimbre para el cesto. Es aún muy joven y quiero verlo rozao, en una fiesta, sin la responsabilidad de las tablas, con una buena guitarra que fuerce solo un poquito el tono para que duela más. Le he cogío la matrícula para seguirlo. Aquí hay cantaor para rato si no se desvía con los temitas aflamencaos que reportan más beneficios que lo jondo. Manuel de la Tomasa, allí presente, lo está cumpliendo sin apartarse de la verea. Vino a verlo y lo jaleó donde se pudo. Pedro estuvo de lujo. De momento no se le puede pedir más. Vamos a esperarlo para saborear después que estuvimos en el nacimiento de un gran cantaor.
Firma: Kiko Valle
Así es. Pedro es otro de los pocos clavos ardiendo que nos quedan. Y mientras haya rescoldo en la fragua, el hierro seguirá fundiendo más clavos para clavetear puertas y ventanas que nos permitan asomarnos al abismo de lo jondo. No solo para abrirlas, sino para cerrarlas cuando sea preciso salvaguardar las brasas heredadas.
Y que dure el rescoldo en la fragua. Que no se pase al plástico. Un abrazo Luis. Gracias por comentar. Abrazos
Lo cierto es que la reseña dice más de quién la escribe que de los propios artistas. Escribir así de un chico que se ha subido dos veces al escenario y hacerlo en esos términos en el contexto de una peña flamenca y de artistas que dan su primeros pasos es de persona patética, como decía el maestro Paco. Aficionaos como tú, que no huelen el flamenco ni de lejos, son auténticas lacras para este arte, donde si bien somos pocos, siempre tiene que haber algún «tonto» creyendo que con su libertad de expresión y de gusto puede ser destructivo con lo que no le gusta, por este mero hecho. Tu escrito no aporta nada a la persona a la que has tratado como una mierda (y ya son varias). Recuerda que no puedes hablar de compás ni de afinación, porque no hueles esos conceptos. Ten respeto por el flamenco y por las personas que se suben a un escenario y sobre todo preocúpate de ser mejor persona, porque dejas mucho que desear.
Buenas tardes Juan.
Le informo de que los comentarios de este blog me llegan al correo para que dé la aprobación para publicarse. No sé si es una opción (no soy experto en estas lides informáticas) o está así por defecto.
Con esto quiero decirle que en favor de su libertad de expresión , tan lícita como la mía, no tengo problema en que aparezca por más que roce la ofensa. Usted allá.
Usted no sabe lo que huelo de cerca o de lejos. Pero es su impresión. Lo respeto. Las mías sobre la actuación ya las conoce
Entiendo que se refiere a lo que digo en mi crítica sobre el guitarrista, porque de Pedro he hablado favorablemente en todo momento.
Creo que estamos malacostumbrados a críticas siempre amables y poco claras donde para conocer lo que opina quien escribe hace falta leer constantemente entre líneas o desvelar sutilezas. Tan claro como me ofende usted al llamarme tonto, dije yo lo que creo del toque de Rubén. Si lo prefiere lo alabo en todo y que se crea que es Paco de Lucía. Es otra opción. Pero no la mía.
La diferencia para mí entre una crítica y la destructiva es la intención de ofender o insultar directamente. Ninguna de estas cosas hago en mi escrito.
Me dice usted que no puedo hablar de compás o afinación. Yo le respondo que hablo de lo que quiera. Usted está en su derecho de leer o ignorar, estimar o tirar por tierra mi opinión. No me voy a meter en eso.
Creo que no le he faltado al respeto y pido el mismo trato.
En cuanto a la crítica mantengo lo que escribí:
Porque la guitarra de Rubén se empeñó en deslucirle el recital. A pesar de tener cualidades técnicas suficientes y gusto en las falsetas, en las que se perdía con mucha sensibilidad como si estuviera tocando solo, se olvidó en ocasiones del compás. Sus rasgeos fueron toscos y poco definidos. La pulsación carente de potencia. Hubo momentos en los que el cante de Pedro pedía más guitarra en las respuestas. Rubén estuvo poco acertado o ni estuvo. El Chanquita merece otro nivel en la sonanta para llevarlo en volandas sin ahogar su potencial. Rubén no lo supo arropar.
y …
Pero la tanda de fandangos fue un quiero y no puedo en el que El Chanquita lo daba todo y Rubén se lo quitó con un acompañamiento lento, desordenado y perdido.
Entiendo que las relaciones familiares o de amistad hacen complicado criticar o ver las virtudes y defectos de un artista. Le aseguro que no soy el único que opina así. En los corrillos incluso fueron más duras otras manifestaciones de bastantes aficionaos . Pero eso da igual. Solo puedo hablar y responsabilizarme de la mía.
A pesar de todo, le saludo cordialmente.