Crítica de la actuación de Carmen Ledesma al baile y El Carpeta como artista invitado. A la guitarra Eugenio Iglesias. Cante: José Méndez y Juan José Amador. Peña Flamenca Torres Macarena (Sevilla), 13 de marzo de 2022.
Con las sábanas pegás me levanté recomponiéndome de las sacudías de anoche con los Tomasa. Volví a Torres Macarena buscando el duende. Y por el camino soñé que habitaba allí, entre esas cuatro paredes que se convierten en una obsesión: un cuartito de cabales donde la fuerza del cante te pega en las carnes y el cuerpo te vibra cuando azota en las tablas la rabia de un tacón.
Bailaba Carmen Ledesma y Sevilla se rindió a sus pies. Y a sus brazos. Porque ella sabe. Porque los mueve acariciando el aire y se queda quieto. Porque entiende lo que es pararse, marcar un desplante, poner el gesto. Porque pasea como nadie. Porque le sobra coraje y no le hace falta estudiarse. Porque lo lleva dentro. Porque tiene jondura. Porque rebosa talento. Porque es natural. Porque se llama Carmen…
El sonido gordo de los arpegios delicados de la guitarra de Eugenio Iglesias abrió la tarde por levante. Remató por alegrías su composición. Esa sonanta con clavijero de palillos hirió profundo. Y arrancó luego por tarantos acompañando el cante redondo de José Méndez, que trajo de Jerez a Sevilla esa letra dolida que impresionó El Torta en sus Colores Morenos:
Me dan las claras del día
pensando en ti yo no duermo
me dan las claras del día
tú te estarás divirtiendo
con cualquier bala perdía
y yo de pena muriendo
Crujió la voz rota y de almíbar de Juan José Amador por soleá. La negrura de Carmen subió al escenario. Cada pasito que daba sobrecogía. Sus brazos fueron abanicos bordaos o cañones de artillería. Cada cosa en su momento. Con un baile reposao. O salvaje si el cante lo pedía.
Cuando Carmen Ledesma baila se para el tiempo. Cuando levanta los brazos por soleá estremece, viste de luto al lamento. Dibuja una pena en el aire. Subyuga y te encoge, te desgrana por dentro. Cuando Carmen Ledesma baila hace llorar a los ciegos. Y por los senderos del baile viene la gente diciendo que roba la magia del arte al que tiene prisionero. Cuando Carmen Ledesma baila su sombra se para a verlo.
La peña ardía en aplausos y hubo lágrimas por el suelo.
Unos cantes por alegrías. Méndez se acordó de Utrera. Amador hizo encajes con las de Córdoba con esa garganta afilá que me sabe todavía.
Ametrallando en la tarima sin dejarle tiempo al duelo llegó el turno de El Carpeta. Con un baile distinto, indomable, cual potro desbocao pero sobrao de compás. Por bulerías. Con la razón de un Farruco, explosivo, un calambre. Pocos desplantes o los mismos. Solo eso. Pero con la fuerza prestá de un linaje al que pocos le ponen peros.
Y así llegó el fin de fiesta. Todos los artistas arriba. Los hijos de Esperanza Fernández, Mari Vizárraga, Angelita Montoya, La Farruca… La que se iba a liar. Pero no. Fue solo testimonial. Poca propinilla. Aunque los aficionaos de la peña sí lo hicieron luego en una juerga improvisá que nos sirvió de consuelo.
Firma: Kiko Valle.
Oleeeeeeee tu Kiko ….Llevo poco tiempo leyendote , pero el suficiente para darme cuenta de que sabes de lo que hablas . Y tambien s´é que cuando te pones , te pones con el corazón en tu pluma y cruzas libre entre esos campos de letras , guste o no guste , caiga bien o caiga mal , pero tu sigues navegando a través del Arte y diciendo lo que sientes sin riendas y sin «bocao»…Gracias por ilustrarnos .
Ojú, chiquillo…
No sé si alegrarme de que se lucieran los artistas porque me lo he perdido…
Pero con la lectura de esta combinación de letras que describe con tanto arte el evento, me he tomado una copita de manzanilla porque me ha vibrao el pecho y me ha conmovío al recordar el talento que tenemos en esta tierra.