La mañana se vuelve fría con un mazazo al corazón de los flamencos cabales. Ha muerto Pansequito. Si tan solo unos meses atrás hacía que se revolcaran con su eco los aficionaos de la Peña Tío José de Paula de Jerez celebrando una zambomba o recibía la noticia de que el Potaje Flamenco de Utrera se rendiría ante su gitanería y la de su amada esposa Aurora Vargas el próximo 24 de junio, hoy yace inerte llevándose consigo el lamento de los que saben istinguí, esa voz inconfundible y las hechuras de un cantaor irrepetible de los que hacen historia.
José Cortés Jiménez nació el 8 de enero del 45 en La Línea de la Concepción. Tenía 78 años cuando La Oscura se lo ha llevado dejándonos huérfanos de su quejío inimitable. Su fallecimiento pellizca y araña hasta lo insondable, como lo hizo su cante, depositando el dolor de su pérdida en lo más hondo del alma flamenca.
Sus restos caminan hacia el tanatorio de la SE-30 de Sevilla. Después se trasladarán a El Puerto de Santa María donde descansarán para la eternidad. En estos momentos me tiemblan las manos para llamar a la familia y compartir el peso de su pena además de desearle al maestro que la tierra le sea leve. No sé qué ha pasado, pero todo apunta a una enfermedad cerebral que venía sufriendo desde hace mes y medio. Y las lágrimas me atan las manos para escribir ahora un obituario que desgrane su trayectoria vital y artística. Déjenme llorarlo. Habrá tiempo de enjugar el llanto con la tinta para contarles lo que quieran saber.
Adiós Pansequito, adiós.
Foto: Pocket Studio
Un día triste para el mundo flamenco. Dios lo acoja en su seno.