Una mirada distinta lo cambia todo. Abandonarse al sentimiento y escuchar a pecho descubierto también. No quedó más remedio. La cantera de las tres mil vino al Hotel Triana a reivindicar la esencia de los tablaos de los años 70 y 80. Y qué mejor forma de hacerlo que desgranando un repertorio en el que cada uno de los estilos era un homenaje a los grandes. José Suárez ´Torombo´ asumió la dirección artística. Lo clavó.
Bien podría yo afilar la pluma para anotar cositas como los desafines de los cantaores, que hubo muchos. O los detallitos sin pulir de algunos bailes. Hacerlo en esta ocasión sería casi de mala persona. Más aún cuando el sonido fue pésimo. Ellos ya lo saben. Se habrán escuchao. Seguro que Torombo les ha tirao cariñosamente de la oreja por el atracón de escenario. Los nervios y la excitación hicieron que se desbordaran sin medida, para lo bueno y lo malo.
Solo había que mirar las caritas de estos chavales para darse cuenta de que la mayoría no era profesional, probablemente se estrenaban en la tarima. Centelleaba en la oscuridad el brillo de sus ojos. Se dejaron el pellejo en cada tercio, en cada desplante, echando el alma por la boca con el ímpetu de la buena gente. No hubo más que verdad, su verdad. Y una historia amarga detrás de cada uno de ellos. Cuando se cantan y bailan las fatigas, duele. Y ante el dolor y la alegría no se puede permanecer impasible, porque te atrapan aunque no lo quieras.
Tres mesitas con sus sillas a cada lado. Un espejo grande suspendido como fondo de escenario. Coronaba la fotografía de Antonio Mairena con Tía Juana la del Pipa y La Chicharrona. A izquierda y derecha, retratos de Fernanda de Utrera, Caracol, Carmen Amaya, Tomás Pavón, Camarón… La limpiadora daba el último repaso al suelo del tablao a la vez que canturreaba Un clavel de Rocío Jurado. Acomodaron a Carmen Ledesma y Bobote como invitados de honor en la primera mesa. Mientras sonaba a la guitarra María de la O, fueron saliendo todos los integrantes que volvieron después la cara para presentar sus respetos a las imágenes de los maestros. A la izquierda Torombo con Emilio Castañeda y Antonio Amaya El Petete tras de él. A su lado Fali del Eléctrico a la percusión. Genial. Melchor de la Tana, Juani Reyes y Antonio Amaya ´Pancho´ en el centro, con tres guitarras delante: Eugenio Iglesias, Paco Iglesias y Julián Cortez. A la derecha Vito Jiménez, Josemi de El Marsellés, Enrique Heredia El Kiki, Dieguito Amador y Sinaí la del Revuelo. En las sillas, las bailaoras Alba Serrano y Beatriz Cruz de Alba y el bailaor Raúl Amaya.
A la Niña de los Peines dedicaron por jaleos su Abolengo. La maja aristocrática entonada al unísono calentó sus gargantas. Los fandangos de Huelva fueron por Paco Toronjo y Niño Miguel. La caña para Rafael Romero El Gallina con el baile de Raúl, anclado en el clasicismo flamenco. Por tarantos lució Bea la fuerza que empuja en los marcajes y sus buenos pies; los brazos oportunos. El tributo era a Fernanda Romero y a El Cojo de Málaga. La zambra es de Caracol. Los tangos de Juana y Martín Revuelo en la voz de Sinaí que los meció con su canasta. Las Bulerías del barrio tenían que ser para Camarón. La soleá por bulería se fue al Jerez de Tío Borrico y Sordera. Tras el Anda jaleo de Lorca, las romeras homenajearon a Matilde Coral y Chano Lobato. Los fandangos naturales, un regalo para Chocolate y El Gloria. En la soleá resuena El Arenero de Triana. El compás de Torombo para Carmen Amaya, los romances de Lebrija se rinden ante El Lebrijano, De las 3000 a Triana lo dedicaron a la familia Montoya y las rumbas a Lola Flores.
Bien podría yo sacar la vena crítica. Pero no me sale. Porque por encima de la técnica está el arte. Me imaginé no ya en un tablao, sino en una humilde taberna o en el campo con la candela encendía en una juerga improvisá donde un quejío de cualquiera de ellos te araña más que el repertorio de un divo del cante de ahora. Aquí no había artificio, aunque sí mucho trabajo y la entrega incondicional desde la humildad de quien no ha tenido muchas oportunidades y, a pesar de todo, le sonríe o llora a la vida a través del flamenco. Eran muchos, que me perdonen por no alargarme pormenorizando sus intervenciones. Pero me dolió el fandango de Dieguito Amador echando las asaúras, o el de Juani cuando escupió el lamento crujiendo con sus propias fatiguitas una letra de su autoría:
sin mi pare y sin mi mare
solito por esta vida he caminao
sin mi pare y sin mi mare
yo solo por esta vida he andao
le pido al señor que me bendiga
a los cuatro niños que me ha dao
Ese baile elegante de Alba con su mantón y bata de cola, luciendo sevillanía y compás. Las bulerías de age que se marcó Emilio Castañeda, que estuvo sembrao. Y el momentazo de la noche: la patá de Carmen Ledesma valió por un Giraldillo, cuajá de tiznes morenos, con la gracia que se acabó en ella, la fuerza, el rajo y la sabiduría de una maestra del arte. Remató con el desplante señalando a Bobote, que hizo de las suyas derrochando la veteranía flamenca de el barrio.
Pero si hubo algo que sorprendiera por encima de todo artísticamente, fue el baile de Antonio Amaya El Petete. Erguido, brillando con la elegancia en el porte, luciendo figura. Supo pararse engarzando los tercios de la soleá, paseando con gallardía, marcando compases con unos pies contundentes y bien definidos, sin olvidarse de un braceo varonil, con suma gitanería. Tras una escobilla original, alejada de la simplicidad machacona de meros aficionaos, rompió con un par de pataítas por bulerías que quedarán para el recuerdo del arte de La Bienal de Sevilla. ¡Ole Antonio!
Bien podría criticarlos. Pero eso no se hace con los que entregaron un corazón fuera de serie. La actuación cerró cantándole Cumpleaños feliz a Carmen. Antonio Canales subió con la tarta y con su baile se dio el cerrojazo a una noche que guardé en la talega de la memoria de los flamencos. La ovación de familiares, amigos y aficionaos tronó para despedir el emotivo espectáculo.
Foto: Claudia Ruiz. XXII Bienal de Flamenco de Sevilla
Muchísimas gracias por tu humildad y tú corazón a la hora de hablar de unos jóvenes sin experiencia como tú has dicho pero con muchísimo corazón y arte. Saludos Kiko Valle , gracias. Dios te bendiga, de Enrique Heredia
Gracias.A pesar de que hubo cositas, disfruté. A seguir en la brecha. Enhorabuena.
Abrazos flamencos
No sé cuánto costó la entrada, pero ya se sabe lo de confundir valor con precio. En general, y más aún en este arte misterioso que no se puede comprar ni entrenar a secas y es la magia de unos pocos-muchos de nuestra tierra.
Es la clave que deslumbra a los que no son de aquí y lo que demasiados de aquí no valoran.
Y claro está que combinando estudio, práctica y humildad con ese arte mamao en tantas familias de uno y otro barrio, pueblo o región, pues se da la maravilla jonda o salá, pero que no se puede en el mundo igualá…
Gracias por la crónica!
Muchísimas gracias, por tu humildad y tú corazón que e
De nada! Abrazos